lunes, 4 de enero de 2016

El principe cobarde




Erase una vez, hace mucho tiempo, existía un reino que esperaba con ansia la llegada de su príncipe heredero. Tal día no se demoro mucho, por fin llego tan esperado acontecimiento en el que se anunciaba el nacimiento del primer hijo de sus majestades, esa persona que algún día heredaría el trono y se convertiría en rey. Todo el pueblo estuvo en fiesta en los días sucesorios celebrando tal suceso, y los reyes no podían ser más felices con la llegada de su hijo.

Pasaron los años y el Príncipe Eric, que así le llamaron, creció, para sorpresa de todos no se convirtió en el hombre que todo el mundo esperaba, para empezar por su físico, ya que era un chico delgaducho, nada fuerte y no demasiado alto. Pero tampoco poseía grandes virtudes que debía poseer un monarca: no era excesivamente valiente, ni deportista, ni tampoco un guerrero, el cual pudiera defender a los suyos. Eso sí, era una persona terriblemente culta, ya que se había leído casi todos los libros de la biblioteca, su mayor hobbie.

Un día estando entre libros su madre se acercó y le dijo:

-Eric, ¿Has visto que día más estupendo hace? Este sol es ideal para dar un paseo, ¿por qué no sales un rato de palacio?

-Quizá en otro momento madre, ahora estoy leyendo – le contestó Eric

La reina no conforme con esta respuesta, volvió a insistir

-Hijo, te pasas las horas aquí encerrado entre libros, no es propio de un príncipe heredero, has de salir para que la gente te vea, después de todo algún día será tu reino.

-Pero madre…. ­– intento decir Eric, sin ningún éxito

-No hay más que hablar, a partir de ahora saldrás cada día un rato de palacio, sino ordenaré que se cierre la biblioteca real y no habrá más libros. –Concluyó la reina.

Así pues Eric acepto el mandato de su madre, y cada mañana salía por el pueblo y sus alrededores.

Una mañana, paseando por el bosque, fue testigo de cómo intentaban robar a una chica, se asustó tanto que al gritar los ladrones le vieron. Estos le reconocieron al momento, soltaron a la chica y corrieron a capturarle, pensaron que al príncipe le podrían robar más dinero que a una pobre aldeana.

Para sorpresa de todos, la chica, que se llamaba Adele, corrió en su ayuda, se enfrentó a los ladrones y salió victoriosa, ya que de la tunda que les dio no les quedó más remedio que salir corriendo.

Desde aquel día Eric y Adele paseaban juntos, así fue que conversación tras conversación se enamorando el uno del otro.

Eric y Adele se casaron, celebraron  una gran boda y reinaron juntos. Él se leyó todos los libros del reino y Adele se apuntó a clases de defensa personal para perfeccionar su técnica. Nunca nadie se atrevió a volver a atacarles, ya que todo el pueblo conocía la valentía de Adele y la sabiduría de Eric.


 
Realizado por: Celia Gallego García
 

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