Tilo era un bolígrafo más de la mesa del escritorio de la pequeña María. La pequeña siempre escribía con los mimos bolis en sus hojas en blanco, cogía a Tilo, que era azul, a su prima que era rosa y a la mamá de Tilo que era verde. Así uno y otro día, todas las tardes después de que María terminase sus deberes.
Un buen día María cogió a Tilo para pintar y escribir en sus hojas, pero intentó pintar con él y lo miró con cara extraña y lo dejó en la mesa y cogió un boli con el que nunca había escrito.
Así fueron pasando los días y María no cogía a Tilo para escribir. Tilo estaba cada vez más triste, ya que estaba solo en el escritorio mientras María cogía a los demás bolígrafos.
Un día de pronto entró en el cuarto de María su papá y le dijo:
-María, ¿ya no te gusta tu boli azul? , ¿Tilo?
- Papá es que el otro día iba a escribir un cuento, y no escribía. Contestó ella.
- A ver déjame verlo. Le dijo su padre pidiéndole el boli.
El padre miró y remiró a Tilo, intentó escribir y nada. Lo separó en piezas y mirando a María dijo:
-¡Ajá¡ ya está se había acabado la tinta cariño. No le pasaba nada, ahora bajo a la tienda y compro un recambio de tinta y Tilo volverá a ser como antes.
-¡Muchas gracias papá¡. Le dijo mientras lo abrazaba.
El padre de María volvió de la tienda y cambió la tinta a Tilo y se lo dio a María.
Así Tilo volvió a sonreír ya que María lo volvía a utilizar a Tilo tooooodos los días.
Realizado por: Nerea de la Horra Hernando
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